expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Mi propia medicina

Te despides una vez más, construyes una pared frente a mí. 
En un inicio pensé ayudarte, luego descubrí que no debo interferir ni apoyar algo que no deseo, fui indiferente y dí la espalda a tu construcción. Después de seis meses descubres que no fue suficiente, caes tú, caigo yo, cae la pared sobre los dos. 
Golpe tras golpe hacia nosotros, me ves sufrir, te veo soportar sin hablar.
Te despides una vez más, pero ahora con un disfraz de amigo, diciendo finalmente que lo haces por los dos y que fue mi decisión , una frase más familiar que la otra, te vas con el optimismo que en algún momento me enamoró y me abstengo a responder, esperando que a ti te pueda funcionar.
Sé que el dolor nos hace fuertes, pero no me siento bien por darte tanta fuerza, ni por recibir la misma dosis de mi propia medicina.
Existen mil maneras de curar heridas, intento lo mismo que haces y dices lo mismo que pienso. Ya no sé que hacer para no lastimarte, para no lastimarme, deja de hacerme sentir tan culpable por cada acción, ya dije más de lo que tenía que decir y respondí a todas tus preguntas... ya no sé que más hacer.
Entro en una desesperación interna, por alguna razón cubro dos personajes en dos historias distintas pero al mismo tiempo iguales, donde ser uno de ellos no es más difícil que otro. Diciendo lo que escucho, escuchando lo que digo, lastimando por la misma razón que sufro, extrañando del mismo modo en que me extrañan, llorando en dos personajes diferentes las mismas lágrimas, en dos posiciones que no puedo cambiar, pero ya no puedo soportar, ya no más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario